lunes, 1 de septiembre de 2014

Hay que aprender a ver con otros ojos…


     Si  en otoño caminamos junto al río y vemos que las hojas se han caído, que los árboles están desnudos, que en el suelo está aquello que tiempos atrás era bonito y colorido...  Si lo miramos con esos ojos, no seremos conscientes de que eso  que ocurre, no es más que el inicio de una nueva etapa y que en un futuro próximo todo volverá a  vestirse  con las mejores galas, y así, el árbol recobrará todo su esplendor y lozanía...

   Esto forma parte de la vida del árbol y son etapas que este ha de superar para desarrollarse y crecer como una planta que es... Cuando todas sus hojas y los frutos caen al suelo… nos hacen sentir tristeza, desolación, frustración… Pero eso es algo que tiene que suceder así tal cual…,  y así,  las  hojas caídas  servirán para que el fruto  sacrificado se nutra de ellas absorbiendo todo su jugo para comenzar  con alegría una nueva vida...

   «De una forma parecida nos ocurre a las personas que vamos viendo la vida con tristeza, con angustia y desesperanza, todo aquello que acontece en nuestra cotidianidad sin prestar la más mínima atención a tantas  pequeñas cosas, bonitas y agradables que hay a nuestro alrededor».

   Teniendo en cuenta el refranero español: «No hay mal que por bien no venga», me hace pensar que tal vez, los acontecimientos tengan que  suceder con tanta crudeza, simplemente para darnos cuenta y así  aprendamos  a valorarlas. También es por todos sabido que: «Vale más una gota de miel, que un cántaro de hiel», y partiendo de nuestras propias experiencias, a veces, surgen dudas y no hallamos respuestas, ¿qué es lo que nos impide ver las cosas de otra manera?... Escucha tú voz interior: si encuentras tu verdad dentro de ti, entonces no hay nada más que buscar.


   «Aunque parezca un imposible: todas las respuestas que necesitamos, están en nuestro interior».

© ®Francisco Izquierdo Herrero

No hay comentarios:

Publicar un comentario