Si en otoño caminamos junto al río y vemos
que las hojas se han caído, que los árboles están desnudos, que en el suelo
está aquello que tiempos atrás era bonito y colorido... Si lo miramos con esos ojos, no seremos
conscientes de que eso que ocurre, no es
más que el inicio de una nueva etapa y que en un futuro próximo todo volverá a vestirse
con las mejores galas, y así, el árbol recobrará todo su esplendor y
lozanía...
Esto forma parte de la vida del árbol y son etapas que este ha de
superar para desarrollarse y crecer como una planta que es... Cuando todas sus
hojas y los frutos caen al suelo… nos hacen sentir tristeza, desolación,
frustración… Pero eso es algo que tiene que suceder así tal cual…, y así,
las hojas caídas servirán para que el fruto sacrificado se nutra de ellas absorbiendo todo
su jugo para comenzar con alegría una
nueva vida...
«De una forma parecida nos ocurre a las personas que vamos viendo la
vida con tristeza, con angustia y desesperanza, todo aquello que acontece en
nuestra cotidianidad sin prestar la más mínima atención a tantas pequeñas cosas, bonitas y agradables que hay
a nuestro alrededor».
Teniendo en cuenta el refranero español: «No
hay mal que por bien no venga», me hace pensar que tal vez, los acontecimientos
tengan que suceder con tanta crudeza,
simplemente para darnos cuenta y así
aprendamos a valorarlas. También
es por todos sabido que: «Vale más una gota de miel, que un cántaro de hiel», y
partiendo de nuestras propias experiencias, a veces, surgen dudas y no hallamos
respuestas, ¿qué es lo que nos impide ver las cosas de otra manera?... Escucha
tú voz interior: si encuentras tu verdad dentro de ti,
entonces no hay nada más que buscar.
«Aunque parezca un imposible: todas las
respuestas que necesitamos, están en nuestro interior».
© ®Francisco Izquierdo Herrero
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