domingo, 31 de agosto de 2014

El destino y sus caprichos...


   Escrito en 2013

   A veces, la vida nos presenta situaciones en las que ni siquiera nosotros nos paramos a buscar alguna solución y nos dejamos llevar por la desidia… es ahí cuando por arte de magia todo comienza a cambiar de repente.
   Hoy, después de que…, ya saben quiénes me leen lo que habitualmente hago al comenzar mi día con respecto a la convivencia con los ciudadanos, me he alegrado mucho al coincidir con una persona y a su mascota.  Motivo por el cual ha surgido en mí la necesidad de crear y compartir este escrito, es evidente que cambiaré sus nombres, porque tienen el derecho de no darse a conocer por estos medios y, porque la ley así mismo lo contempla.
  Cierto día, en el interior de un contenedor de basuras se encontraba sin dar crédito a su próximo y dramático final un cachorrito de mastín del pirineo, sin pedigrí.  Que se lamentaba de su desdicha como únicamente  podía, gimiendo, pues apenas, ésta, tenía unos días. Por aquel mismo lugar e instante se encontraba paseando por allí un joven, de unos treinta y pico años, que al escuchar los lastimosos y debilitados gemidos, se acercó y levantó la tapa de aquella tumba apestosa donde daba por perdida su vida el indefenso animal, sin pensárselo dos veces, éste,  la rescató de aquel nauseabundo lugar y se la llevó consigo. En primer lugar, se dirigió a casa y le preparó de manera rudimentaria una especie de biberón y, ésta, aun temblando y sin saber qué suerte correría en manos de aquel ser que le transmitía las mismas sensaciones que aquel otro que la había arrojado a la suerte, sin más…
   Una vez que notó que ese calor comenzaba a ser distinto y se asemejaban  a los experimentados  a los pocos segundos de nacer, eso mismo fue lo que la animó a   tomar la decisión de aferrarse  a   aquello áspero y desconocido que le transmitía la nueva situación. Al abrir su diminuta boca, notó algo cálido y siguiendo su instinto animal y, supervivencia: devoró en apenas un minuto, y vencida por el agotamiento y el reponedor  sustento, se quedó dormida en aquellas manos extrañas. En segundo lugar, Manuel se dirigió hacia una clínica veterinaria y tras el reconocimiento: «A primera vista, parece que todo está bien…, si tienes algún problema, me das un toque al móvil» —dijo la veterinaria.
   —De acuerdo —respondió mientras que su cara no podía evidenciar su estado emocional—, ¿qué te debo por la consulta?
   —Nada, y gracias por interesarte por los animales, eso es todo.
   Al llegar a casa, la depositó envuelta en una prenda de vestir y sobre  en una caja: pero esta vez  sin poner la tapa. Después se sentó y estuvo observando cómo, ésta, había cambiado sus lastimeros y ahogados gemidos por una respiración pausada y algún que otro ronquido. El tiempo fue pasando y los problemas fueron apareciendo de nuevo otra vez. Algo no iba bien y, Manuel, regresó  a la clínica y después de hacerle todo tipo de pruebas y observaciones: «Me temo que se trata de una disfunción cerebral…, pues aunque todo los análisis indican que está completamente sana, he observado que  tiene problemas de coordinación, de ahí que su forma de andar llame tanto la atención: «¿Qué piensas hacer con ella?» —refirió con tono de preocupación la veterinaria.
   —¿Ella podrá vivir bien así? Quiero decir, será algún impedimento…
  —Por supuesto que podrá vivir, pero siempre de manera condicionada por el mal que padece.
   —Bueno eso es lo de menos, tampoco la voy a exigir mucho.
   Todo aquello ocurrió hace tres o cuatro años. Hoy, «Valentina» se ha convertido en una enorme mastín blanca, y con alguna mancha de color marrón claro,  que llama mucho la atención, no solo por el hecho  de caminar  mal y con  la cabeza torcida hacia un lado, sino por lo cariñosa que esta se muestra ante cualquier desconocido y  acude todo lo rápida que sus limitaciones le permiten para sentir la calidez humana a través de una simple caricia. Todo en ella me satisface plenamente y me deja sorprendido por la capacidad que tienen los animales.  Ella no siente rencor ni siquiera por quien en su día no le importase lo más mínimo su triste final al dejarla indefensa y abandonada a su suerte.
   Tal vez ni siquiera el nombre fuese elegido al azar «Valentina», sino haciendo honor a su valentía por querer sobrevivir…
   Tal vez incluso eso tuvo que suceder de esa drástica manera por el hecho de que, hoy 12 de mayo, este que escribe sin saber siquiera el por qué… aunque me imagino que el responsable de que todas las cosas sucedan como acontecen no sea otro que el Destino: ese que se muestra caprichoso, antojadizo y que no hace nada porque sí…

   

© ®Francisco Izquierdo Herrero

sábado, 30 de agosto de 2014

Causa y efecto:




   Esto que les voy a narrar es tan cierto como que ahora lo pueda estar leyendo alguien que se ha enterado bien por Twiter, o bien por Facebook o incluso por Google+: sitios por donde habitualmente divulgo todo cuanto escribo y considero que merece ser compartido con todo aquel que pueda sentirse  interesado.

   Un día cualquiera, tras levantarse de la cama y salir a la calle, un niño de entre 11 y 15 años, un hombre de entre 30 y 50  y otro de entre 65 0 70,  se encontraron que, a unos veinte metros, frente a su portal  había  surgido una larga y ancha zanja y esta fue su primera  reacción:

   El más joven sintió curiosidad y se acercó corriendo para descubrir que se hallaba detrás de la hilera de tierra que se interponía entre este y dicha zanja, y, al descubrir que se trataba de un simple socavón, perdió el interés mostrado en un principio.

   El de mediana edad, ante el imprevisto, se estremeció al sentir cómo un escalofrío recorría su cuerpo de arriba abajo y surgió en él la esperanza y comenzó a imaginarse que tras aquel montón de tierra podría hallarse el encargado de obra y quién sabe si este le podría dar ese trabajo con que sufragar sus necesidades personales…, y si no todas, al menos las básicas…

   El de la tercera edad «¡Vaya, por Dios!... lo que me faltaba  por ver… estoy harto de tantos adelantos e inventos que lo único que hacen es jodernos a los mismos… más vale que en vez de complicarnos tanto la existencia: se acordasen de que tal vez algún día ellos serán los inadaptados» —gritó tratando  que los que estaban a su alrededor  le dijesen: «Cuanta razón tienes majo» —Pero como ya sabemos los que peinamos canas: no nos queda otra que Ajo y agua…

  Creo que, algo muy parecido a lo narrado en los párrafos anteriores, pueda estar sucediendo con mis proposiciones literarias… Unos por jóvenes, otros  por faltas de recursos  o por carecer de tiempo o por vete tú a saber…, y el resto por inadaptados: el caso es que «no me queda otra que conformarme como termina  el relato anterior».


© ®Francisco Izquierdo Herrero


Como aficionado a la escritura: opino que en la sencillez radica la esencia personal y la clave de todo autor.

   Escrito en 2013

   Cando escribo, procuro siempre que mis palabras vayan más allá de lo que a simple vista está: mis textos no están escritos ni pensados para ser leídos de manera vertiginosa, sino de manera sosegada, ya que así es como únicamente se pueden percibir la infinidad de matices que conlleva el hecho de captar y reflexionar tras su lectura. ¿De qué serviría el leer o el vivir de manera frenética si no somos conscientes de nada más?...

   Aquí os dejo algo que no debería dejaros indiferentes.

   Estos dos textos, en el fondo, dicen lo mismo.

   1º —La verdad es que a veces no entiendo a esas personas que necesitan  expresar sus sensaciones recurriendo a palabras que posiblemente ni siquiera utilicen  en su expresión diaria y creo que  el único propósito es  impresionar a quien sigue sus escritos y que en muchas ocasiones hay lectores que desconocemos el significado real de la expresión.

   2º —Con certeza, hay momentos que no concibo a ésas entes que demandan enunciar sus conmociones, apelando a léxicos que eventualmente ni siquiera aplican en su término habitual y conceptúo que el único empeño consiste en sobresaltar a quien acompaña sus mecanografiados y que en considerables momentos hay leedores que ignoramos el sentido auténtico de la dicción.

   Por mi parte, entiendo que un texto no es mejor por el hecho que en él consten  muchos adornos al igual que no concibo que un regalo sea mejor por el envoltorio que este presente. Lo que considero fundamental: es que el lector capte lo que realmente quiero expresar sin necesidad de tanta floritura. Considero que hay que facilitar el entendimiento a los lectores mediante la utilización de palabras sencillas y un diálogo más acorde a la realidad con la que se habla en la calle.

  Esto no es más que una opinión personal, en la cual: no afirmo que sea cierto ni digo que se haya de cumplir  y   aún menos tener razón.



© ®Francisco Izquierdo Herrero

viernes, 29 de agosto de 2014

«El éxito en la vida, muchas veces, depende del lugar elegido para llevarla a cabo…»

Escrito en junio de 2013

Un día cualquiera del mes de mayo… caminaba por la acera que hay junto al jardín que está situado a escasos metros de mi residencia habitual. Cuando escuché un tímido / chipi, chipi, chipi / chip, chip, chip / chipi /, que provenía  de uno de los jóvenes arbustos que están situados en los alcorques  que acompañan a la hilera de bordillos que dan forma al vial, (Camino de Anduva entre  las confluencias de Avda. República  Argentina y  la  calle  Rioja),  alcé la vista y, haciendo uso  de mi fino oído…, conseguí descubrir  que se trataba de una hembra de jilguero que estaba sobre su nido, incubando los  huevos de su futura descendencia: «Estará llamando a su marido, el señor jilguero, para que la traiga algún tente en pie» -pensé en aquel instante.
   Como es normal en mí, comencé a tratar de razonar  mis dudas: «¿Por qué habrá elegido este esmirriado árbol? Con la cantidad de ellos que hay en esta zona, e incluso con más follaje,  si lo que quiere es pasar desapercibida. Bueno…,  tal vez prefiera disponer de visibilidad,  por si acaso ha de salir zumbando ante cualquier imprevisto…, o  quizás el  motivo se deba, a que cuando comenzó la construcción de su hogar…, la floración  del mismo  la hizo pensar que el color de sus perfumadas flores  al coincidir con el amarillo de sus alas eso mismo podría servirle  de  camuflaje  frente a  su único peligro, los viandantes.


   En esa zona ajardinada, además del césped, nacen y  crecen diversas plantas, como el diente de león, y otras gramíneas e insectos  que forman parte de su ciclo de alimentación. También el agua está disponible por el riego diario.  Todo lo observado me hace pensar que la naturaleza es sabia y que los animales  para nada son tontos. En fin,  el misterio de la elección del lugar creo que lo he resuelto satisfactoriamente: lo que no entiendo es el hecho de tener que escribir y compartir. Tampoco me preocupa mucho  saber el porqué,   ya que es algo que me hace sentir pletórico, y creo que solo por eso merece la pena el tiempo  empleado para dar forma y vida a estos acontecimientos que veo, vivo y disfruto cada día.


© ®Francisco Izquierdo Herrero

jueves, 28 de agosto de 2014

«Cosas que acontecen en mi ciudad…»


Escrito en mayo de 2013


  Paseando por la ciudad, al regresar de comprar media docena de gaseosas y un par de lechugas…

   Al llegar junto a la confluencia de las calles «Dos de Mayo con la de La Estación», es decir, el centro neurálgico de Miranda de Ebro.  Ayer, me  llamó la atención un hecho bastante curioso: 
   En mitad de la peatonal y transitada  vía, se encontraban dos personas,  que por su aspecto físico me hicieron pensar que podrían ser árabe s; aunque a decir verdad, no me atrevo a asegurarlo por el hecho de que  no les escuché hablar y, además,  la distancia en sí  era tal que no pude cerciorarme de que nacionalidad podrían ser. Pero no fue eso lo que causó que fijase la vista en ellos, sino la situación en que estos se encontraban. Por todo el medio de la calle éstos provistos de un carro, de  los utilizados en cualquier centro comercial, trataban de transportar un colchón de grandes dimensiones (cama de matrimonio). En mi caso, y a diferencia de  otros transeúntes  y testigos circunstanciales que les miraban  y reían  descaradamente, este desagradable  marco  escénico me ha hecho responder a las preguntas que me han llegado desde el  cerebro:  «¿les habrán  desahuciado, y al no tener liquidez para solventar los gastos que derivan  por hacer la mudanza las empresas dedicadas a estos menesteres, se hallan visto obligados a utilizar dicho medio de transporte?» y que, además de verse en esta lamentable  situación, también,  verse obligados a ser humillados: por aquellos que no son conscientes de la realidad  ni del problema por el que estos están atravesando se ríen  por el medio de transporte utilizado para trasladar  tal vez sus únicos enseres. En fin…, me entristece, y mucho, la pasividad de las personas que se tienen por buenas y, en cambio,  ante las desgracias de otros   lo único que se les ocurre es   ridiculizarlos: señalándoles  con su dedo índice y riendo a mandíbula partida.

   Hoy les ha tocado a estas dos personas, mañana, puedo verme en su misma situación; pero no sé, si tendría el valor suficiente para defender lo poco que me queda: mi dignidad.


© ®Francisco Izquierdo Herrero

miércoles, 27 de agosto de 2014

Caminando por la vida…

Escrito en mayo de 2013


Caminando junto al río, y al compás del agua, dejo que mi mente me lleve hasta donde esta quiera. Mis pensamientos, son acompañados por el sonido del río y el trinar de los pájaros al verme caminar exhorto en mis pensamientos…
Hoy, caminando a orillas del río Ebro, he dejado libertad a mis pensamientos y me he dejado llevar por ellos. En mi cabeza ha surgido una pregunta ¿qué habrá después? ¿Vida, silencio, nada? Me he cruzado con un matrimonio y hemos intercambiado unos ¡Buenos días! Era una pareja joven y ella estaba embarazada y sin darme cuenta, me he visto envuelto en un halo de inspiración que me llevado hasta esta reflexión. Esa misma pregunta, se la puede estar haciendo el niño que está en el interior del vientre materno ¿Qué hay después? El niño tiene que permanecer en ese estado o medio de vida  un periodo de tiempo que va desde que el óvulo es fecundado y transcurre, paso a paso,  como todos sabemos hasta alcanzar el desarrollo y una vez conseguido,  desprenderse de ese mundo que hasta ahora le ha permitido vivir y desarrollarse como un  ser humano, ese periodo ha transcurrido en un espacio de tiempo relativamente corto, nueve meses de rigor ese es el tiempo  estimado por normal, y una vez alcanzado el desarrollo; despedirse de ese espacio que le ha permitido vivir. Para pasar de un estado a otro es necesario desaparecer físicamente del medio, o sea, lo que conocemos como muerte. A la siguiente etapa llegamos tras el nacimiento, en otro nuevo mundo, donde es diferente incluso la forma de alimentarnos, respirar, moverse, además ahora  no estamos solos, nos acompañan otros seres que están  en un estado  más avanzado y nos ayudan a ir aprendiendo el funcionamiento de todo lo que está a nuestro alrededor. Esta etapa consta por norma general de cuatro etapas, niñez, adolescencia adulto y ancianidad. Transcurriendo todo ello, poco a poco, para alcanzar el desarrollo necesario, en vez de meses, son años los que se precisan y en algunos casos pueden pasar incluso de cien, para  de nuevo tener que abandonar otra vez el medio que les ha permitido crecer y desarrollarse. A veces no se logra alcanzar las cuatro etapas y se fallece antes… y ese espacio transitorio es conocido por nosotros como la muerte y, es ahí, donde mi pregunta encuentra la respuesta: la muerte podría tratarse simplemente de un espacio de tiempo que hay entre una etapa y otra. En esta etapa, el tiempo de desarrollo puede tratarse de cientos, miles o incluso millones los años que tienen que transcurrir, para que se cumpla una vez más, lo que científicamente está demostrado: la materia no se destruye, se transforma y que en el Universo hay una ley que se cumple rigurosamente una y otra vez cíclicamente y por tanto la única diferencia que hay entre un estado y otro, no es más que  la relatividad del tiempo. A mayor nivel de desarrollo es mayor el tiempo en pasar de un estado a otro…
Ese pensamiento, junto al trinar de los pájaros, el sonido del agua, la brisa y el perfume que encuentro en el sendero junto al río, me llenan de esperanza y  me hacen pensar que  puede que en la siguiente etapa, quizás no sea un ser humano, pero que cabe la posibilidad de ser  algo de lo  anteriormente escrito: animal, brisa, agua, olor e incluso un granito de arena del camino,  acompañando a cualquier ser vivo o inerte en otro estado pero,  formando parte de su entorno…
Durante el camino, dejo que mis pensamientos me lleven hasta donde estos quieran y al igual que el río no pone freno a sus aguas, les dejo correr libremente y les acompaño hasta donde estos  me quieren llevar.

© ®Francisco Izquierdo Herrero

martes, 26 de agosto de 2014

Los famosos no desaprovechan la ocasión para ser el centro de atención...


Un nuevo  reto entre los más famosos está causando furor en las redes sociales. Actores, cantantes, deportistas e incluso políticos se han apuntado al llamado «Ice Bucker challenge», que consiste en lanzarse un cubo de agua helada y proponer a tres candidatos para que hagan lo mismo. El que se atreve colabora con 10 dólares (7, 5  €). Mientras que el que se niega tiene que donar 100 (75 €). El dinero recaudado se destinará a la investigación para combatir la esclerosis lateral amiotrófica (ELA).
Puede que algunos vean este acto como una prueba irrefutable de su solidaridad: en mi caso lo veo como un acto de tacañería, prefieren aceptar el reto y ahorrarse 90 dólares   (67, 5 €) que contribuir de manera eficiente. Es más, considero que cualquiera de los que presumen de ser solidarios, si donasen mil euros seguirían siendo igual de ricos y puede que los que padecen ELA creyesen que se les toma en serio y aumentar así  las esperanzas depositadas en la generosidad de los demás.
«Lo bonito sería que estos que tienen tanto poder adquisitivo colaborasen con mayor cantidad y de manera anónima», así pienso, así escribo y así lo comparto con todo aquel que pueda sentirse interesado.

© ®Francisco Izquierdo Herrero

lunes, 25 de agosto de 2014

La vida, ¿es trágica, un drama o una comedia…?


   Considero que en el amor como en la vida es donde uno encuentra mezclados tanto el dolor con el sufrimiento, como con las alegrías y las ilusiones…y, que dependiendo de la capacidad de interpretación: bien puedas disfrutarlas juntas o por separadas.
   Y, que esto último, solo depende de la forma de actuar de cada uno.
   Creo que, tanto la vida como el amor tratan de un drama y las personas somos los actores: la vida se desarrolla en actos alternos y en lugares y situaciones distintas… y, que entre una y otra media el paso del tiempo…
   No obstante,, considero que  siempre será mejor vivir un drama que una tragedia; pero aun así y todo,  pienso que aún sería mejor intentar vivirla como  una comedia, es decir, vivir la vida cotidiana y las situaciones tristes y dramáticas: expresadas desde el sentido del humor…
   «Entiendo que esta última sería la manera más acertada de tratar de vivir con plenitud cada uno de nuestros pasos por este caminar…».



© ®Francisco Izquierdo Herrero

domingo, 24 de agosto de 2014

Al Terminar mi vida...



«MI OBJETIVO PRINCIPAL SERÍA»

  Que llegado el último instante de mi existencia, pueda decir: «He vivido y la vida  mereció la pena».
   Después de andar por la vida en caminos equivocados y viviendo mi propia Odisea, la vida me ha hecho llegar a esta conclusión.
   Que simplemente con amoldarse a las circunstancias que la vida te presenta, y del mismo modo a las personas que te rodean, es más que suficiente, para que conformándote con ello puedes ser feliz…: que es de lo que realmente trata la vida,  cuanto más feliz estés, mejor te sentirás en ella.
    Para ello, hay que ser constantes, tener fuerza de voluntad  y  poder de convicción: para no permitir que aquello que no te cause alegría y satisfacción..., tampoco te genere tristeza, problemas...
    Para ello disponemos de una buena arma, no es más que  ante  tal situación, actuar con indiferencia...
    Y, ahora que por fin he encontrado el camino adecuado, espero y deseo que sea largo de recorrer antes de llegar hasta el día que pueda decir:


    ¡He vivido felizmente y la vida me ha merecido la pena!


© ®Francisco Izquierdo Herrero

sábado, 23 de agosto de 2014

«Ahora está de moda el vestir, de calle, a las mascotas.»


 Escrito en mayo de 2013

He observado que en mi ciudad están prosperando los negocios dónde se están especializando en crear estilismo canino.
 Donde además  cuentan con peluquería, les dan masajes, les bañan,  le hacen la manicura etc. Y, todo dentro de esta crisis dónde algunos ni siquiera pueden cubrir las necesidades básicas
¿Hasta dónde puede llegar la hipocresía de las personas?
Personalmente lo encuentro ridículo e innecesario, ellas no necesitan vestidos, sino un buen trato, una buena alimentación y mucho afecto: pues es lo que ellos nos aportan a las personas.  Lo de comprarles vestidos, no es ni siquiera por las mascotas en muchos de los casos, sino para dar a entender la posición social de sus dueños. Es lamentable, ver muchas veces como les gritan cuando su mascota ensucia el traje e incluso algunas personas llegan a pegarles. Yo, tengo una perrita, que no tiene más traje que el que la naturaleza le ha proporcionado. Pero, en cambio, tiene todo el cariño  que necesita de sus dueños. Su alimentación principal es pienso, pero uno equilibrado, aparte, también demanda en ocasiones aquello que estemos degustando. También se mantiene su salud controlada, mediante las visitas oportunas al veterinario teniendo su cartilla sanitaria completa  a cuantas vacunas son necesarias. Todo esto le proporciona una alegría y vitalidad entrañable, cumplirá 9 años en el mes de junio y no ha estado enferma de nada. Y, cuando salimos a pasear, cuando la puedo dejar suelta por algún sitio dónde no transitan vehículos, tampoco tengo que gritarla para que venga junto a mí, no tengo que preocuparme de ella, porque al sentirse tan libre  ella es la que está pendiente de los pasos que doy, para  seguirlos. Eso es lo único que necesita una mascota, todo lo demás es superfluo.


© ®Francisco Izquierdo Herrero

viernes, 22 de agosto de 2014

A través de la observación, soy consciente de que…


     Escrito en mayo de 2013

     Hay personas cuyo único objetivo en la vida es dormir, comer y joder…
   Hay  personas que tratan de recorrer la vida cómo si de una carrera se tratase… sin pararse a observar con detenimiento aquellas cosas bellas que nos rodean, quiero decir, ansían llegar  al final a toda costa… sin importarles lo más mínimo todo cuanto hay a su alrededor…
   Hay otras que la viven de manera inactiva… esperando que sean otros quienes les indiquen que hacer o decir ante determinadas situaciones. Sin tener en cuenta que la vida está para vivirla en nuestras propias carnes y no para que nos la cuenten terceras personas…
   Según mi propio criterio, considero que lo que verdaderamente ha de importarnos es vivir cada instante  sin pensar en ningún momento cuándo alcanzaremos la meta, ya que esta es el fin de la existencia.
   He observado que hay personas que pasan por la vida sin penas ni gloria.
   Lo más importante en la vida no es lo  que muchos consideran (riquezas, bienestar, etc), sino que incluso con las adversidades y contrariedades que esta nos presenta, aún seamos capaces de pensar, sentir y decir que la vida es bella y que, por lo tanto, merece la pena.




© ®Francisco Izquierdo Herrero



jueves, 21 de agosto de 2014

Por un mundo mejor...

   
   Escrito en 2013


     Me dirijo a todos aquellos «señores» que nos gobiernan y, por tanto, a quienes deberían defender los derechos y tratar de conseguir el bienestar de todos aquellos a quienes representan, su pueblo.
   Actualmente, como es bien sabido por toda la humanidad, el mundo lleva un camino que no se debe permitir. Hay claras evidencias de la poca dedicación o desinterés con las que tratan de resolver esta precaria situación, a la que su manifiesta actitud e ineptitud nos han llevado.
   Desde aquí les propongo la solución al problema que según sus actuares,  ustedes aún está por dilucidar. Desde mi punto de vista, como persona que me gusta vivir la realidad sin necesidad de tener que enmascararla, e impulsado por la inquietud que me caracteriza: me atrevo a darles una idea que considero debería, además, de ser respetada, tenerse en cuenta.
   Dejen Uds. de gastar el capital disponible en celebrar llamativos e inservibles juicios sobre personas corruptas: entre otras cosas, porque el hecho de llevar a prisión a quienes ni siquiera están obligados a devolver los beneficios obtenidos, tampoco solucionan nada con ello. Según mi opinión considero más acertado que se luche por que estas cosas no vuelvan a suceder. Si ese mismo dinero que gastan en cosas que no aportan ni revierten beneficio alguno sobre el pueblo lo dedicasen a generar empleo, es decir, algo que sin duda alguna por mi parte, eso mismo nos ayudaría no solo a salir de esta crisis mundial…
   Dejen Uds. también de perder el tiempo en buscar y señalar posibles culpables (economía sumergida, desempleo, seguridad social, pensiones, etc.). Sí aún, así siguen pensando que esto no tiene solución permítanme  decirles que están  muy equivocados. Ni siquiera salir de esta Crisis o el hecho de conseguir un mundo mejor dependen de tener que inventar un nuevo sistema: la clave está en la palabra respeto.
  Sí, así de sencilla es la solución que para todos Uds. a día de hoy nos quieran convencer de que este pensamiento  es una utopía: Es tan fácil  de resolver, que por el hecho de su simpleza ni siquiera lo han llegado a barajar como posibilidad. Se trata sencillamente de respetar todo lo que está escrito y legislado por todos aquellos que en su día propusieron y aprobaron por decretos Uds. mismos, los políticos.
   Sí de veras quieren solucionar lo que estamos padeciendo, sobre todo los más desfavorecidos: la idea es sencilla pero efectiva.
   No tengan en cuenta que ésta ha surgido de un humilde albañil que por desgracia y causas ajenas a él se ve privado del derecho al trabajo: su único medio posible de poder afrontar los gastos que la sociedad le exige, como a cualquier otro ciudadano, para poder seguir sobreviviendo. Éste que escribe, en nombre de todos aquellos que no piden ayudas económicas, sino un trabajo con el único fin de poder disfrutar de un derecho que le pertenece por ley y, naturaleza: la vida.
   Espero con esto que: si no consigo mi mayor anhelo «Por un mundo mejor y para todos por igual»  no traten de justificar sus actos en algo tan irreal como el decir que no hay soluciones a corto, medio y largo plazo.

   En la vida y en la lectura, no se ha de conformar uno con lo que está a simple vista: lo esencial suele estar entre líneas.
   «No es necesario ni requisito exigido por  naturaleza tener que acudir a la universidad  para saber de qué trata la vida.   Como todo en ella, muchas veces  las  metas  se alcanzan con el simple propósito o por pura casualidad». (Francisco Izquierdo Herrero, albañil en situación de precariedad y desempleo por causas ajenas).


© ®Francisco Izquierdo Herrero


miércoles, 20 de agosto de 2014

A veces, el silencio puede llevar implícita una realidad…



Escrito ayer a la (s) 17:57


«Atanasio Buendía Santaolalla era un hombre centenario que, cómo cada mañana, salió de su casa y dirigió sus pasos hasta la esquina que está junto al 18 de Julio (Centro de Salud Miranda Oeste) algo que venía siendo habitual en él desde hacía más de sesenta años…, con el propósito de mirar las esquelas que aparecen en el cartel anunciador: por si acaso hay algún conocido y  acudir a su entierro... 
  Unos metros antes de llegar al lugar, se extrañó que junto al tablón informativo se hallaran muchos conocidos y aligeró el paso con la intención de salir de dudas:
   —Buenos días —dijo con voz gastada—, ¿quién se va hoy para el patatal?

   Nadie le respondió y arremetiendo contra ellos volvió a repetir lo anteriormente dicho por él: pero con voz altiva y soberbia. Al obtener la misma respuesta se posicionó delante de los demás, y al ver la esquela se quedó atónito, y llevándose las manos a la cabeza, con ademán de desesperación gritó más que hablo: «¡Por favor!, decidme que no es cierto lo que ven mis ojos»     —Ante la misma respuesta, es decir, el silencio: decidió retornar a su domicilio cabizbajo y meditabundo sin despedirse de ninguno de los allí reunidos, al llegar a su hogar, se dirigió hacia el dormitorio y una vez allí se introdujo en el frío y rígido cuerpo  que yacía sobre la  cama en de cúbito supino».


©®Francisco Izquierdo Herrero

martes, 19 de agosto de 2014

¿Sueños, recuerdos o pensamiento?

Escrito en 2011


Hay veces que me pregunto:
   ¿Qué si los sueños  podrían tratarse de hechos ocurridos y que nuestra memoria  es más vulnerable cuando está relajada.
   Tengo la suerte de recordar prácticamente casi todo aquello que sueño, e  incluso sé que mis sueños son en color: pues  los percibo tal cual y llenos de detalles, aunque no sé exactamente  el por qué. Hay un sueño que se viene repitiendo con bastante frecuencia de un tiempo hacia ahora, el escenario se desarrolla en los bajos de un edificio: digamos como si fuese un garaje muy grande,  pero que  en vez de plazas de aparcamiento, son cuartos independientes con su correspondiente  puerta.
   Por las zonas comunitarias  se aprecian caminos, que están llenos de escombros y suciedad. Y junto a mí se encuentran diferentes familiares llegados de Extremadura y que yo trato de enseñarles que en el cuarto de mi propiedad guardo diferentes creaciones realizadas por mí, mayoritariamente son tallas en madera.
   Aunque a mis familiares no les dicen nada, observo en sus miradas extrañeza y me siento obligado a decirles, que hay mucha delincuencia y que todo está en ese lamentable estado, porque se dedican a robar y destrozar todo aquello que los demás tenemos allí almacenado.
   Al repetirse con cierta frecuencia y no recordar exactamente cómo transcurre el resto de lo sucedido, me hace pensar que quizás se trate de recuerdos lejanos y que tal vez estos hayan sido vividos por mí  en cualquier lugar o espacio de tiempo anterior.
   No es solo este caso: tengo algunos sueños  más que se han repetido a lo largo de mi vida  y en alguno de ellos… he podido comprobar  que llegando a un lugar en medio del monte, en mi ciudad natal y en reiteradas ocasiones  he llegado a un sitio en concreto  y he visto el mismo lugar donde en sueños siempre aparece una señora mayor que está comiendo castañas  sentada sobre una  gran roca.
   Cuando he sido consciente que me encontraba en el lugar y lo único que faltaba en la escena era la señora: parece fácil contarlo así,  pero en esas ocasiones  se me erizaban los pelos de mi cuerpo y sentía una sensación  extraña.
   Por eso, me pregunto: ¿Quién sabe qué hay de realidad en aquello que percibimos como la vida?
   Quizás los hombres en sí no seamos más que un simple pensamiento y que a través de este seamos capaces de fraguar nuestra vida, todo aquello que nos rodea y que posiblemente tengamos la capacidad de comunicarnos sin necesidad de emplear ningún medio y que esto sea simplemente por proximidad.
   Tal vez podríamos ser incluso cualquier tipo de células o bacterias en otro organismo superior…
   «Son preguntas que con frecuencia acuden a mi cabeza y que hasta ahora no he podido llegar a ninguna conclusión».
   Me baso en la estructuración y la organización que ejercen las células en los seres vivos.


©®Francisco Izquierdo Herrero

lunes, 18 de agosto de 2014

Noticias de última hora...

Siendo consciente  que no todas las personas disponen del tiempo que les gustaría para poder llegar a todos los sitios…  Considerando por mi parte que hay que facilitar la lectura a todo aquel que pueda estar interesado. He decidido ofrecer de manera altruista Vidas Truncadas, una novela que sin necesidad de entrar en valoraciones por mi parte: estoy convencido que después de leerla, además de que no te dejará indiferente,  tendrás sensaciones que incluso puede que desconozcas.
Vidas truncadas consta de cuatro capítulos que, a su vez, se dividen en cuarenta y cinco episodios, en un total de 210 páginas. Esta novela bien se podría leer en tres o cuatro horas, pero como hice mención al principio del párrafo anterior: me he tomado la licencia de facilitar su lectura, además de para los que carecen de tiempo, Vidas Truncadas se puede leer en 80 idiomas diferentes y de manera muy cómoda ¿Quién no dispone de cinco o seis minutos al día para leer?...
Sí después de leer esta entrada sientes curiosidad de saber de qué trata todo esto, haz click aquí y saldrás de dudas.



Un saludo.

©®Francisco Izquierdo Herrero

El Viaje...

     Escrito en 2011.

   La familia García Moreno —compuesta por el matrimonio y sus adolescentes hijos —tenían pensado, desde principios de año, ir de vacaciones al País Vasco en el  mes de agosto de 1980.
   Llegó el día de la víspera y, antes de acostarse, lo dejaron todo preparado para el día siguiente.
   A eso de las nueve y cuarto, tras levantarse, asearse y desayunar, partieron hacia Bilbao a bordo de su arcaico y bien cuidado Citroën C-8 familiar, y, apenas sin darse cuenta, llegaron al destino:
   —Papá, ¿qué os parece si hacemos un alto aquí y aprovechamos para reponer fuerzas? —sugirió José Luis.
   —Me parece estupendo hijo, pero veamos que opinan mamá y Marta —dijo volviendo la vista hacia atrás.
   María miró a su hija y esta asintió con la cabeza.
   —Estamos de acuerdo, además, así aprovecharemos para ir al baño.
   Entraron en el bar y, mientras José Luis se acercaba hasta el mostrador para pedir cuatro raciones de morcillas de Burgos, una botella de vino tinto y una gaseosa, cómo habían acordado durante el trayecto, el matrimonio junto a su hija  se acomodaron alrededor  de una de las mesas que estaban montadas para comer. José Luis observó que en la pared había un cartel con unos números y al lado su correspondiente premio, en pesetas, y debajo del mismo una bolsa que contenía los boletos de participación.
   —¿Qué cuestan los boletos? —preguntó  a la camarera.
   —A veinticinco pesetas cada uno.
   —Pues, me de cuatro, por favor —dijo al tiempo que dejaba cien pesetas sobre el mostrador.
   Abrió el primero y, al comprobar que estaba en blanco: «¿esto, qué significa? —interrogó de nuevo a la joven y guapa bodeguera
    —Los que no tienen premio salen así  —respondió sin más.
    El segundo boleto apareció con el número 0013 y, tras comprobar que este aparecía en la lista, y comprobar que había obtenido un premio de doce mil quinientas pesetas, se acercó hasta su familia, feliz y nervioso: «¡¿Qué ha pasado ?!, pareces muy contento» —preguntó poniendo cara de asombro Manolo, el padre.
   —Papá, creo que estamos de suerte y hoy, nos va a salir todo gratis, ¡Incluido el viaje! —exclamó
   —Pues, ¿cómo así, qué ha ocurrido?
   —He adquirido unos boletos y he obtenido un premio.
   En aquel mismo instante apareció junto a la mesa el cantinero con las raciones y la bebida…  José Luis  se sentó junto a los suyos  con disposición de comer, pero de repente,  cayó en la cuenta de  que aún le faltan dos boletos por abrir y se dirigió  hacía el mostrador para recogerlos y, para su sorpresa, a unos dos metros antes de llegar, escuchó cómo la camarera le estaba comentando  a otro empleado que ella había abierto los boletos  olvidados y que uno de ellos tenía de premio cien mil pesetas. Acto seguido, él solicitó que le devolviesen el boleto o el premio, entonces ella le expendió en un trozo de cartón el importe de la cantidad agraciada: «¿Qué se supone que es esto?» —inquirió enarcando las cejas, José Luis.
   –Con eso, si acudes al «Banco Herrero» te lo abonan —dijo la vinatera con ironía,  al tiempo que  con la mirada buscaba la complicidad de sus compañeros.
   José Luis, al ver que  estaba siendo objeto de burla, decidió llamar a la «Ertzaina» —policía autónoma en el País Vasco—, y mientras está explicando  lo ocurrido, y el lugar de los hechos a los agentes, observa que su familia se encuentra en la calle y que estos  están gritando exaltados y con desesperación: «¡Auxilio!, ¡socorro!,  ¡Ayuda, por favoooor! »
   José Luis, raudo y veloz, salió
   —¿Q…qué ocurre papá? —farfulló gritando.
   —Que nos están tintando, hijo.
   «¿Tintando…? ¡Ay, ay, ay!» —se quejó José Luis,  llevándose las manos a la cabeza tras haber sentido un fuerte pinchazo y notar que tenía algo clavado y, dando un leve y certero tirón pudo comprobar que se trataba de un dardo con tres arpones en la punta,  observó con detenimiento y sangre fría cómo goteaba un espeso, oscuro y maloliente líquido, que le recordó  la tinta de los calamares. De repente, comenzó a escuchar a lo lejos el sonido de una sirena; pero a medida que esta se iba acercando, el sonido se iba transformando en un incesante y repetitivo pi,pi, pí… pipi,pí…pipi, pííí. Se reincorporó, asustado y temeroso, con el corazón  en un puño y, poco a poco, se fue tranquilizando al comprobar que era el despertador el que emitía aquel incesante y torturador sonido; pero aun así y todo, le llevó un par de minutos entender que solo  se trataba  de un mal sueño.
    Se levantó y, tras pasar por el baño para asearse, dirigió sus pasos hacia la cocina para reunirse con la familia dispuesto a unirse a ellos para desayunar: «¿Niño, te ocurre algo?» —interpeló su madre—. «Pareces angustiado hijo».            
   —Buenos días. No, no mamá: solo que  hay cambios de plan.
   —¿Cómo dices?..., ¿no iremos de viaje?
   —Eso es mamá…, o mejor dicho, no a donde teníamos pensado.
   —Pero…, ¿por qué?..., si es que se puede saber, claro.
   —Déjalo, mamá: no insistas…, es largo de explicar  y aún  más difícil de entender. ¡Digamos, que he tenido un mal sueño!...
   El resto de los allí reunidos se miraron unos a otros y encogiéndose de hombros permanecieron en silencio: esperando  conocer el itinerario de la nueva ruta a seguir. 



©®Francisco Izquierdo Herrero


domingo, 17 de agosto de 2014

Instinto maternal...

   Escrito el día 5 de mayo de 2011 a la (s) 4:32

   Basado en hechos reales:
   Hace unos veinte años presencié un caso que me llamó mucho la atención. Una gallina que se pasaba todo el día metida en un arroyo; pero aun fue mayor mi asombro al saber la historia de la gallina acuática.
   En un pueblo de la Bureba «Quintanilla Cabe Soto», en ese municipio, Abelardo tenía por aquel entonces una casa de recreo y, en frente de esta, su suegro tenía un palomar de esos típicos de Castilla y León, y en la parte de debajo de este,  a modo de corral y granero, contaba  también con varias especies avícolas: 2 pavos reales, gallinas, pollos de engorde, y varias razas de patos…
  Uno de esos fines de semana que, Abelardo,  bajaba desde Santurzi (Vizkaia), le acompañé para ayudarle a restaurar la casa que estaba reconstruyendo. Lo primero que hizo fue enseñarme todos los animales que tenía allí,  y  después, les dejó salir para estos pastasen a su libre albedrío por los alrededores. En esos momentos, entró un perro  en el corral y mató a una pata que estaba incubando una decena de huevos, y, al lado de ella, se encontraba en la misma situación una gallina, esta tan solo tenía para incubar dos huevos. Ante el infortunio ocurrido, Abelardo decidió poner los huevos de la pata en el nido de la gallina, cosa que a esta, por su actitud, nos  pareció que no le importaba cumplir con la nueva tarea encomendada. Pasamos allí el fin de semana trabajando…, y el domingo regresamos a Santurtzi.
   A la semana siguiente…, cuando regresamos al pueblo  para continuar con la labor de la restauración, me quedé admirado al contemplar a la gallina metida en el arroyo acompañando en todo momento a quienes creía sus hijos, e incluso los dos polluelos  propios acompañaban a los demás pensando que eran sus hermanos. El generoso animal se tiró todo el santo día metida en el agua y créanme que lo pasaba bastante mal, sobre todo cuando los pequeños se metían en la zona más profunda del arroyo y ella no podía acompañarlos. 



©®Francisco Izquierdo Herrero

sábado, 16 de agosto de 2014

«El brebaje»...


Escrito el día 19 de mayo de 2013 a la (s) 20:30


   Hace unos  días,  me encontraba tan cansado que decidí tomarme  algo que hace tiempo me dijeron que era milagroso. Se trataba de un brebaje que no recuerdo la composición, este era de un sabor bastante agradable y, además, era capaz de eliminar el cansancio acumulado, según me habían informado unos amigos…
   Al día siguiente:
   Como todos los días…, me fui al trabajo y al llegar junto a  mis compañeros: «Buenos días» —les dije como siempre—. Ellos ni siquiera me saludaron, volví a insistir, y cuál no sería mi sorpresa al comprobar que no me contestaron. Entonces decidí seguir con mi tarea, y me hice a la idea de que ese día quizás no tenían  ganas de hablar. «¡Joder, que día  más raro que tienen hoy!» –pensé.
   En fin,  lo volví a asumir sin más. Y, por la tarde, cuando salí del trabajo me dirigí  al centro donde estaba cursando lo de la E.S.P.A. ( Educación Secundaria Para Adultos)  Normalmente, cuando entro en clase  no saludo para evitar que se corte el ritmo de la clase. Pero ese día  rompí la rutina y cuál  no sería mi sorpresa al comprobar que nadie me respondió. Entonces mi cabeza, como no podía ser de otra manera, comenzó a hacerse preguntas: «¿Me habré hecho invisible?, ¿se habrán  puesto todos de acuerdo, para no saludarme?, ¿estaré muerto?». EL caso es que seguí así durante algún tiempo y  al regresar a casa, la primera persona con la que  me encontré  fue  mi esposa:
   —¿Qué te pasa ahora?
   Me quedé mirándola…
   —¿Qué modales son esos? —me dijo ella—, al menos, cuando uno se  levanta de la cama, lo normal es dar un beso y los buenos días  a la persona con quién compartes tu vida.
   Yo seguía extrañado y no entendía nada.
   Entonces ella me dijo:
   —¿Qué tal el brebaje que te bebiste?, aparte de dormirte,  ¿te ha sentado mal?
   Fue entonces cuando comprendí, que todo había sido un mal sueño.



©®Francisco Izquierdo Herrero

viernes, 15 de agosto de 2014

Tres segundos...

En un abrir y cerrar de ojos…, así fue cómo comenzó todo. Minutos después, una estruendosa explosión, cuya magnitud bien podría superar un Terahercios… 
   Sin poder evadir su estupefacción, tan rápido como sus torpes y rollizas  piernas le permitieron…, Andrés se dirigió hacia la ventana de su dormitorio. Su mente y él, no podían dar crédito a lo que tras el cristal se podía vislumbrar y llevándose las manos a la cabeza, se quedó petrificado al contemplar cómo rayos y centellas salían del agrietado y humeante asfalto; del cielo, caían todo tipo de objetos; en la tierra, eran devorados los coches, edificios, personas y todo aquello que hasta el suelo  llegaba… Al cabo de un tiempo, impreciso para su consciencia, pudo alzar la vista hacia el cielo y al ver lo que se le venía encima, de manera  escéptica, trató de autoconvencerse: «No es posible lo que ven mis ojos», los abrió y cerró reiteradas veces sin salir de su asombro. Intentó en vano apartarse de la trayectoria de aquel enorme morlaco que, vestido de faralaes y peineta, por segundos iba aumentando la velocidad y el tamaño. Un segundo antes de sentir el impacto y el peso «Ya no sé si es un toro o un elefante» -pensó. 
    Su ritmo cardiaco aumentaba tan rápido o más que aquello negro, grande y confuso que vertiginosamente se iba acercando; por su frente, de manera precipitada emanaban nerviosas y humeantes como las gotas del rocío al amanecer... Instintivamente y tan rápido como un haz de luz, Andrés se llevó de nuevo las manos a la cabeza: «Pobre de mí Señor, no sé qué  más  puedo hacer» -dándose a sí mismo por perdido.
   Tras recibir el desmesurado impacto, durante un tiempo incierto, al recobrar la consciencia sintió: el peso del morlaco; el desasosiego por la supervivencia de su precipitado corazón, que latía con más velocidad y sonoridad  que el «Ave» en el trayecto Madrid- Barcelona.
   Aturdido por la oscuridad, la desesperanza y el incesante ruido a su alrededor, no podía dar crédito: «Pienso, luego existo», no entendía el porqué de su inmovilidad ni la quietud a su alrededor «lo importante es que estoy vivo» -se dijo a sí mismo tratando de serenarse.
   Por un tiempo indescifrable…, Andrés dejó de percibir aquellas incomodas y extrañas sensaciones…  Poco después, recuperó el tacto al notar que algo húmedo, áspero y cálido a la vez se deslizaba por entre los dedos de su mano derecha; un segundo después, el oído, al escuchar el estridente, tornadizo y salmodiado ladrido. Tres segundos…, ese fue el  tiempo que necesitó para asimilar y comprender  que la húmeda, cálida y áspera sensación percibida entre sus dedos, así como la procedencia de los continuos, escandalosos y lastimeros aullidos, todo ello provenía de Ortxa su fiel e inseparable podenca. La cual, al observar que su dueño permanecía sentado frente al ordenador con la cabeza reclinada sobre el escritorio, y que los brazos de este pendían paralelos e inmóviles hacia el suelo, reposados sobre las asas del sillón, alarmada, incluso más si cabe,  por el  preocupante sonido que emitían los latidos del intrépido corazón de su amo… trataba por todos los medios de despertarlo.
  Una vez que Andrés logró situarse en la realidad y reducir su ritmo cardIaco: «Ven aquí bonita»—le dijo y, cuando la tuvo a su alcance, la estrechó fuertemente entre sus brazos: «No sabes de la que me ha librado» —pensó y, tras depositarla en el suelo, Ortxa comenzó igual que un torbellino  a hipar,  saltar y ladrar; pero en esta ocasión el motivo era de júbilo… 

©®Francisco Izquierdo Herrero

miércoles, 13 de agosto de 2014

« LIBROS Y PERSONAS»

Escrito el día 23 de octubre de 2010 a la (s) 19:35



Nota:( todo lo que se lea a continuación , es simplemente  la forma de ver las cosas desde el punto de vista de Juanito, respecto a su persona. Lo cual no quiere decir que el, no es quien para determinar si una cosa es buena o mala. Solo describe como le gustan a él: los libros y las personas. Él piensa que todos los libros y personas, tienen el derecho de ser leídos y respetados. Él expresa: que para parase a  leer algo u a alguien, tienen que estar dentro de esas características. También aclarar que muchas veces, no puede leer tanto como a el  le gustaría, pero es simplemente por falta de tiempo. Por eso su circulo de personas es muy reducido, el no dispone de tanto tiempo como le gustaría dedicar a sus amigos).
   Juanito, es una persona normal y corriente, además de sencilla y polifacética y tiene varias formas de comportarse, dependiendo del comportamiento de las personas que traten con él, con el que va de legal él también, con los que van de bordes  él también. Aunque eso si, él trata de ser siempre respetuoso, es tolerante y muchas cosas más…, pero ahora me voy a centrar en cómo le gustan las personas y los libros: le encanta que sean sencillos, con facilidad de entendimiento, que traten de temas variados, a él le gusta hablar de  todo tipo de cosas, aunque prefiere de temas que él conoce, pues,  cuando habla o lee,  prefiere  saber de que va el asunto. Le gusta que las conversaciones y causas sean coherentes. Normalmente, él es quién suele elegir al libro y a la persona, dependiendo del interés que en él despierten; aunque, no descarta que sea la otra persona quién tome la iniciativa.
   El libro sería difícil que tomase la iniciativa, aunque  se podría caerse de la estantería  en el momento justo de pasar junto a él (cosas más difíciles han ocurrido en esta vida…).
   Juanito, es una persona muy observadora. Y le gusta observar antes de decidirse a emprender una lectura. Él nunca descarta  leer un libro o a una persona por el simple hecho de  que alguien le diga esto es malo o bueno. Él prefiere leerlos y descubrir si ambos merecen la pena seguir leyéndolos y cuando encuentra, un libro interesante lo guarda en su biblioteca y si es una persona, en su circulo de amigos.
   A veces, si empieza a leer algo y no le engancha directamente: lo vuelve a intentar  por si acaso no ha interpretado bien la lectura. (Llegando a estas alturas creo que no es necesario decir quién es Juanito, pues, nadie conoce tanto a otra persona cómo para describirlo también.



©®Francisco Izquierdo Herrero

lunes, 11 de agosto de 2014

Basado en hechos reales.

    «Intolerancia»

Cuentan que un día, en un lugar cuyo nombre prefiero no mencionar, allá por el mes de mayo de 2012, acaecieron unas desavenencias entre un maño y un extremeño afincado en Castilla y León.
   Allá por el mes de marzo o así, «Observador», el extremeño,  recibió un e-mail, de alguien que con buenas formas y palabras le invitaba  a  que conociese  una «ciudad» recientemente creada en un país virtual donde el único requisito era «empadronarse» como «ciudadano del lugar» para poder participar  y disfrutar de cualquier evento que allí se celebrase. Observador, tras unos minutos  de dudas,  decidió   darse una vuelta por dicho lugar «¿ Y, por qué no? Total, si no me gusta con darme de baja será suficiente» —pensó—, y, a continuación,  siguiendo todos los pasos:  pudo adentrarse e inscribirse en dicho espacio. Una vez registrado, observador, decidió animarse y dar vida, de manera desinteresada, al poco frecuentado, por aquel entonces, lugar e incluso se atrevió a participar en uno de los eventos organizados —Para él, esto era algo novedoso, pues, nunca se había presentado a ningún «certamen literario», entre otras cosas, porque no se le había ocurrido—. El lugar ofrecía la posibilidad de hacerse notar con varias posibilidades, lo que de algún modo le motivó para hacer un comentario delante de un grupo creado por la propia institución con el fin  de facilitar la adaptación de los nuevos «pobladores», la mayoría venían de la otra «ciudad» creada,  y dirigida por el mismo grupo de personas, anteriormente.
   En uno de sus primeros parlamentos, observador, se dio cuenta de que alguien, «doña Hipocresía», trataba de integrase en el grupo y conversar, así sin más…, motivo por el que, «Observador», de manera poco apropiada le dio a entender que no quería nada con ella ni siquiera conversar, aunque eso sí, en ningún momento trató de desacreditar a quien conocía, que no amigos, de tiempo atrás, en la otra «ciudad».
   Para incentivar a los «ciudadanos» a que participasen en el certamen, los dirigentes  obsequiarían  con algunos regalos a quienes participasen en las diversas opciones que  ofrecían como entretenimiento a todo aquel que estuviese interesado en participar. «Observador», siempre de manera desinteresada, trató de aportar aquellas cosas que para él podrían servir de entretenimiento a todo aquel que sintiese necesidad de saber que expresaba aquella persona que para algunos era un verdadero desconocido.
   En uno de aquellos eventos, hasta última hora solo él había participado, cuyo resultado final no le convenció mucho, sin embargo, prefirió mantenerse en silencio, pues,  al fin y al cabo,  se trataba solo de un juego, como bien le informó alguien a través de un privado, con el fin del preservar el buen funcionamiento del lugar.
   Días después, «Observador» vio su paz interrumpida; pero en este caso, sería el comportamiento de «don Hipócrito», el maño,  quien  le llamó la atención… al observar que alguien que participaba en el lugar habitualmente, con bromas por un lado y seriedad y cordura por otro, no hubiese presentado ninguna  aportación al concurso con cualquiera de las dos supuestas identidades, aunque a vista de todos  actuase y pareciese que se trataba de  dos personas distintas. Bueno, sea como fuere, el caso es que los días y el concurso  «caminaban como viento en vela». Observador, como bien claro había manifestado en el lugar, era una persona que de la vista se le escapaban muy  pocas cosas y que  él, «las cogía al vuelo». Y haciendo honor a su atrevimiento, una vez más la provocación y la polémica le incitaron: «Peón negro mueve ficha y avanza en silencio…» —dejó manifiesto en uno de sus parlamentos—, y al observar el efecto que estas palabras causaron en, «don Hipócrito», surgió en él una duda «¿A ver si en vez de dos son tres las personalidades de este individuo?». «Observador» fue atando cabos y, sin dar crédito de «hasta dónde podía llegar la hipocresía de algunas personas», optó por no perder el tiempo en causas que no le merecían la pena y tratando de encontrar respuesta dejó escrito en el lugar: «Si tanto le incomoda mi presencia, no entiendo el por qué me invitó».


©®Francisco Izquierdo Herrero