viernes, 12 de septiembre de 2014

Exteriorizar lo que albergamos en nuestro interior.


Escrito en 2013



Hay veces que después de haber tenido una larga conversación, vía Internet,  surgen en mí  ciertas dudas  sobre lo que ha ocurrido, quiero decir con esto,  que bien podría tratarse de una máquina que está al otro lado de  mi pantalla y que se limita a hacer posible que mi conversación sea  coherente y correspondida, cómo si se tratase de otra persona que está al otro lado y esperando que yo mismo haga preguntas y la maquina se limita a contestar todo lo humanamente posible.
   Hoy he estado conversando  con alguien, que aparentemente tiene muchas cosas en común conmigo, hemos dejado una conversación pendiente ya que no podemos estar compartiendo todo nuestro tiempo, por este medio y todos tenemos otros quehaceres diarios.
   Todo surge como por arte de magia, coincides en un sitio y lanzas un saludo, que en este caso  lees la respuesta  al día siguiente y da la casualidad que esa persona está conectada y es ahí  cuando comienza la conversación.
   Desde un principio, aunque con fluidez de palabras y comprensión, por parte de la otra persona  hay cierta desconfianza y que poco a poco va desapareciendo. Piensa que todos los hombres, entran a estos sitios buscando un rollito pasajero y que por lo tanto todos entran a lo mismo.
   Pero hoy ha coincidido con alguien bastante  diferente y que le ha hecho cambiar de opinión, dice haberse sentido  sorprendida por el desarrollo  de la conversación y la creatividad del interlocutor. Que en este caso concreto, su estancia por estos sitios es para entretenerse o bien conversando, escribiendo en algún, que otro foro  o creando algún vídeo y subirlo a You tube.  Es, también, una forma de compartir con los demás aquello que vives, sientes y piensas respecto a la vida y todo cuanto te rodea.
   Por qué la gente  se calla aquello que siente,  cuando al compartirlo es posible que sirva de beneficio y ayude a otros a comprender  mejor que es aquello que le embarga por dentro y le impide realmente disfrutar  y ser feliz.
Creo que compartiendo las cosas y haciéndoselas llegar al resto,  ha de servir como mínimo para el desarrollo y convivencia personales, que no es más que el yo en plural: «Si  soy feliz, ellos también y si  ellos son felices,  también lo soy ».
   Es algo que la sociedad está perdiendo, al individualizarse y no depender de nadie. Gracias a este medio, que permite el diálogo incluso entre desconocidos: que posiblemente en la calle no hubiese causado el mismo efecto, entre otras cosas porque la sociedad  considera una conducta inmoral que las mujeres se paren a conversar en la calle con un desconocido, cómo si en ello hubiese algo pecaminoso.
   Agradezco a esa persona por haber compartido su tiempo conmigo y a este medio por haber hecho posible el encuentro.

© ®Francisco Izquierdo Herrero


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